La escritura: nos ayuda a crear una actitud positiva. Despierta la mente recuperando las fuerzas perdidas ante la impotencia de haber dado a luz un niño con capacidades diferentes. Creo que a muchos padres nos cuesta asumir esa enorme responsabilidad y enfrentar a los familiares y la sociedad que discrimina sin tener en cuenta nuestros sufrimientos de madre. Deberíamos aprender a valorar las vidas ajenas como propias, en armonía permanente para poder comprender y de esa manera ayudar a lograr el cambio de la integración de los niños especiales. La palabra “especial” no siempre es comprendida por las personas, no entienden la razón de porque algunos padres la tenemos muy en cuenta.
En mi caso, por ejemplo, a mi hijo Ulises lo siento muy especial; es un ángel que vino para dar amor, abriendo las puertas de mi corazón, dando paz, fuerzas y esperanza en bien a otros chicos. Con su presencia en mi vida aprendí a valorarme a mi misma con mis defectos y virtudes, transmitiendo alegría de vivir, cantar, estudiar y trabajar, tratando de cambiar el pensamiento de los demás con respecto a ellos. Enseñarle a la sociedad que los niños especiales tienen los mismos derechos que tenemos nosotros. Pero por falta de información los consideran seres inferiores a otros para aprender. Son un poquito más lentos pero seguros de sí mismos. Cuando se encariñan con algo o alguien, se apasionan por aprender y entender. Ningún ser humano tiene derecho a discriminar, sin darles la oportunidad de mostrar su don interior, porque todo ser trae desde su nacimiento algo especial, que lo guía para seguir en camino del bien.
Debemos tratar de ser comprensivos en todo momento, porque en ellos se refleja nuestra propia esencia e inocencia que llevamos en lo más profundo de nuestro corazón.
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